El Camino Real del Puerto de la Mesa


Senderos de gran recorrido Somiedo (Asturias)

 

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Descripción

Entre otras muchas cosas, la venida de los romanos supuso la ruptura en gran medida del aislamiento de los pueblos montañeses, pues, como afirma Francisco Diego, todos los pasos naturales de la cordillera Cantábrica, de sur a norte y de este a oeste, cobraron vida después de la conquista.

Aquellos extranjeros no se conformaron con emplear los pasos de comunicación natural entre las montañas heredados de los autóctonos, sino que abrieron vías o calzadas por encima de los cordales, como el Camino Real del Puerto de la Mesa, establecido para comunicar el centro de Asturias, Lugo de Llanera (Lucus Asturum), con la ciudad leonesa de Astorga (Asturica Augusta), enmarcándose así en la llamada «Ruta de la Plata».

Su importancia para atravesar la cordillera Cantábrica fue tal que en sus inmediaciones se libraron destacables batallas durante la Reconquista; viajeros y mercancías transitaron habitualmente por esta calzada hasta finales del siglo XVIII.

Entre el pueblo leonés de Torrestío y Dolía, en Belmonte, el itinerario es de carácter peatonal y constituye una de las rutas montañeras más conocidas de la región; el trazado asturiano está señalizado con mojones de piedra.

En Somiedo, el Camino discurre por los cordales del límite oriental del concejo y atraviesa el alto de San Lorenzo.

Por ello, una de las excursiones habituales es la travesía Torrestío-San Lorenzo, en la que se invierten unas seis horas; en este tramo es posible observar varias brañas con cabanas y corros, así como recorrer parte del empedrado de la primitiva calzada.

El otro tramo somedano del Camino, entre el alto de San Lorenzo y las laderas del Monegro, se realiza en unas dos horas, y desde allí se puede optar por el retorno o por la bajada al pueblo de Bustariega, uno de los más bellos y menos conocidos de Somiedo.

Varios autores se han ocupado de la Calzada Romana de La Mesa.

Uno de ellos, el prestigioso medievalista Claudio Sánchez Albornoz, natural de Madrid y vinculado a Asturias por varias de sus obras, se refiere a ella en Orígenes de la Nación Española, t. II. El Reino de Asturias:

«Sutiles los romanos en el conocimiento del terreno acabaron encontrando la ruta que buscaban.

Existía la posibilidad de cruzar toda Asturias sin descender a los profundos hoyos preñados de amenazas.

Había una trocha segura para atravesar la peligrosa tierra astur, dominando el país a derecha e izquierda de la senda.

Desde el Puerto de La Mesa podía caminarse hasta Grado por las cimas de una serie enlazada, primero de altísimas montañas, después de erguidos cerros y a la postre de más suaves colinas.

Desde los rientes valles de San Emiliano, Torre Barrio y San Bartuelo se asciende sin esfuerzo por las anchas praderías del Puerto de la Mesa hasta la divisoria de Asturias y las Babias, y en seguida es fácil caminar como se quiera: a pie, en carro o a caballo, deprisa y sin fatiga por las cumbres del cordal a que da nombre el puerto ya indicado.

Con la plena seguridad que da la sensación constante de la total ausencia de peligros se avanza por las cimas contemplando la pavorosa garganta de Saliencia hacia la izquierda; después el espléndido hoyo de Teverga a la derecha y luego el maravilloso y todavía angosto valle en que se ensancha poco a poco la hoz nombrada de Saliencia.

Se cruzan en seguida montes de gigantescas escobas y piornos que cubren a veces a cabalgaduras y jinetes, y las peñas que preceden a las frescas praderías que preside, erguida, Piedra Jueves; queda más tarde, a la derecha e izquierda del camino, los valles de Taja y de Carzana, oscurecidos por bosques de castaños centenarios y cerrados por la peña blanquísima de Sobia; más allá se atraviesa la llamada de Vicentauro y la suave depresión de Tolinas, y así millas y millas, siempre por los lugares más seguros, en todo momento señores del país que se atraviesa, tropezando con brañas de pastores y gozando del aire delgado, del sol brillante y de la brisa de las cumbres».

«Bastaría con esta Descripción de la ruta de la Mesa y de la comprobada existencia de un camino ancho y fácil por las cimas de los montes, desde los puertos de las Babias hasta el ombligo de la bellísima Asturias, hasta Grado, para que fuese preciso concluir que se trataba de una vía romana.

Camino militar de penetración en tierras asturianas no es posible suponerlo construido por los astures en los días de sus luchas con Roma, o con los godos o en tiempos de Pelayo para abrir al enemigo las puertas de su casa.

Hubo de ser trazado por un conquistador de la Asturias transmontana para facilitar el acceso a ella de sus tropas.

La comprobada existencia de la vía en la centuria octava, cuando en una hora difícil de sus postrimerías resultó derrotado Abd-al-Malik ibn Mugait por los astures, excluye además, de manera segura, toda posible sospecha de que pudiera tratarse de una calzada abierta en la Edad Media, no importa en qué momento».

Recientemente, Celso Peyroux, cronista oficial de Teverga y miembro correspondiente de Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), ha escrito sobre el particular:

La Calzada Romana de La Mesa, más comúnmente conocida por El Camín Real, es una vía de comunicación que, desde los tiempos del emperador romano Augusto hasta principios del s.

XIX, unía la Meseta castellana desde la villa de San Emiliano, capital de la Babia baja (León), hasta la Cabruñana y Grado, con un ramal que se desviaba hasta Teverga y otro a Tameza, desde cuya encrucijada tomaba la dirección de la costa, bifurcándose más tarde en dos: uno hacia San Esteban de Pravia y otro hacia Noega, la actual Gijón.

La calzada, bien delimitada durante todo su recorrido, notablemente desde los trabajos llevados a cabo hace unos nueve años, a lo largo de todo el itinerario, deja de serlo a partir del pueblo de Dolía, en el concejo de Belmonte de Miranda, donde se ha aprovechado para trazar sobre ella una carretera asfaltada.

La Calzada Romana tiene una longitud aproximada de unos 45 km —entre los pueblos de Torrestío de Babia, en tierras del antiguo reino de León, y Dolía de Belmonte de Miranda, en el Principado de Asturias— que, de forma accidental, divide en dos partes la nueva carretera construida en el último lustro entre Teverga y Somiedo uniendo a los pueblos de Orderías y Villanueva de Valdecarzana por el alto del Puerto de San Lorenzo.

Trazada por los romanos —según los historiadores, aunque otras hipótesis consideran que podrían remontarse a épocas prehistóricas, realizando sólo los romanos obras de mejoramiento para poder utilizarla como una vía de invasión militar— toma la dirección Norte-Sur con un suave desnivel desde el puerto de La Mesa, su cota más alta, que se aproxima a los 1.800 m de altitud, hasta los 350 m que alcanza su parte final.

Al tratarse de una ruta cimera —construida con gran habilidad para evitar el descenso a los profundos valles, por laderas angostas, que imposibilitarían el tráfico rodado de carros y diligencias— las panorámicas que se abren a ambos lados de la calzada son de una gran belleza.

Recoge a su paso este camino de herrería que recorre los municipios de San Emiliano, Somiedo, Teverga, Miranda y Grado varias singularidades sobre la identidad de la Asturias recóndita, donde aún permanecen —a través de los tiempos— vestigios étnicos, históricos, culturales y humanos dignos de rescatar, conservar y difundir.

Animales en libertad, plantas y flores silvestres.

Unos 30 km de su recorrido están comprendidos en la Reserva Nacional de Caza y Parque Natural de Somiedo, que es tanto como decir que toda la zona está poblada por una fauna autóctona rica que se guarda en sus valles, pastizales y peñas, donde crecen multitud de plantas y flores que alegran la vista y perfuman el aire.

Es fácil, desde el comienzo, contemplar el vuelo plácido de la cigüeña por tierras leonesas y, una vez en La Mesa, hacer lo propio con los círculos que trazan en el cielo buitres, águilas, milanos y sobre todo el alimoche, conocido por la «zapiquera».

Un vuelo de perdices puede, en cualquier momento, cruzar la Calzada y perderse valle abajo a velocidad vertiginosa, con el característico ruido de su aleteo.

Aunque se encuentre en los hayedos, a ambos lados de la senda, más difícil le será al viajero ver y escuchar el abanico multicolor del urogallo y su requiebro amoroso en las madrugadas del mes de mayo.

Los animales silvestres cruzan los dos flancos de las laderas, en cualquier dirección y en cualquier momento, notablemente con las primeras luces del alba y en el anochecer.

Con un poco de paciencia podrá observar corzos y venados, sobre todo en sus «berreas», momento del celo, en los meses de junio y principios del otoño.

No resulta difícil verlos en Las Navariegas, Fonfría y Piedraxueves.

En los lugares rocosos, Los Vígaros, Picos Albos y Peña Negra, puede verse, encaramada sobre los riscos, la grácil figura del rebeco.

A últimas horas de la tarde salen los jabalíes en busca de comida cruzando la calzada por diferentes lugares.

Son animales que realizan, al igual que los lobos, grandes recorridos en sus salidas nocturnas.

Por el día suelen «guarecer» en lugares solanos, entre los helechos, retamos o bajo los acebos.

El lobo es un animal frecuente en la zona, siendo muchos los desmanes que comete con la cabaña doméstica de los campesinos.

Es difícil verlo, pero no imposible.

Sus huellas se dejan mostrar en los alrededores de fuentes y manantiales, en la propia Calzada, en época de lluvia y sobre la nieve.

El oso, junto con el urogallo, el tejón y la nutria, son las reliquias faunísticas de todo el territorio de la Calzada.

De los más de 100 ejemplares de oso distribuidos por toda la zona: Las Navariegas, Fonfría, Pollares, Peña Negra de Torce, El Tronco, Las Molinas, Valle de Saliencia, Las Morteras, y bosques de Taxa, Tolinas y Montovo, apenas si quedan diez, lo que representa una cierta dificultad para que el viajero lo tenga al alcance de su objetivo fotográfico.

Bajando a los valles, abundan los zorros, ardillas, ginetas, hurones y aves pequeñas que van desde el torcaz al zorzal pasando por tordos, petirrojos, verderones y pinzones.

La fauna fluvial se limita a la trucha común, que se encuentra en los arroyos de Somoza y de Saliencia y en los lagos de Camayor.

Caza y pesca están terminantemente prohibidas y para acceder a algún permiso, el viajero deberá informarse y acogerse a las normativas dictadas por la Consejería de Medio Ambiente y por las medidas de Uso y Gestión del Parque Natural de Somiedo.

En cuanto a la flora, concretamente flores y plantas, varían, toda vez que la altitud ejerce una gran influencia.

Toda ella hay que incluirla dentro del paisaje vegetal asturiano, con sus correspondientes conjuntos de comunidades geobotánicas, incluidas sus especies en la flora del pirineo— - cantábrico, Europa central y mediterránea de montaña.

En todas las laderas sobresalen las retamas, el brezo, el piorno y el gromo.

Referente al arbolado, es de señalar que apenas existen árboles a lo largo del itinerario, notablemente en la primera parte de su recorrido.

En las zonas boscosas de los valles se encuentra hayas, abedules, arces y robles, principalmente.

Dirección

Dirección postal: 33840 Pola de Somiedo. Somiedo.

Dirección digital: 8CMP8WW7+WH

 

Información complementaria

 

Geografía en Somiedo


 

Situación: Zona suroccidental de Asturias (noroeste de España).

Límites: Al norte, concejo de Belmonte de Miranda; al sur, provincia de León; al este, concejo de Teverga, y al oeste, concejos de Cangas del Narcea y Tineo.

Población: 1.625 habitantes (enero 1998).

Extensión: 291,38 kilómetros cuadrados.

Capital: Pola de Somiedo.

Parroquias: Aguino (Aguinu), Clavillas (Clavil.las o Clavitchas), Corés, El Coto (El Coutu), Endriga, Gúa, Las Morteras, Pigüeces, Pigüeña, Pola de Somiedo (La Pola), El Puerto (El Puertu), La Riera, Valle de Lago (El Val.le o El Vatche), Veigas y Villar de Vildas (Vil.lar de Vildas).

Partido judicial: Grado.

Situación y límites

El paradisiaco concejo de Somiedo, declarado en su totalidad Parque Natural en junio de 1988, se encuentra situado en la zona suroeste de la Comunidad Autónoma española del Principado de Asturias, entre los 6º 8' 20'' de longitud oeste y los 43º 2' 12'' de latitud norte, aproximadamente. Es el noveno municipio de la región en superficie, con 291,38 kilómetros cuadrados.

Lo limitan los concejos asturianos de Cangas del Narcea y Tineo por el oeste, Teverga por el este y Belmonte de Miranda por el norte, confinándolo completamente al sur dos comarcas de la provincia de León: Babia y Laciana, a través de los términos municipales de San Emiliano, Cabrillanes y Villablino.

Relieve

El Parque Natural de Somiedo, completamente incluido en la cordillera Cantábrica, su frontera natural por el sur, y concretamente en el macizo de las sierras centrales, constituye una unidad geológica estructuralmente compleja, conocida como Manto de Somiedo, que es la unidad más occidental y meridional de la Zona Cantábrica, distinguiéndose por el gran desarrollo de los sedimentos precámbricos y paleozoicos, cuyo espesor en conjunto sobrepasa los 6.000 m. Su variedad litológica es muy importante y se caracteriza por la alternancia de formaciones silíceas (pizarras, areniscas y cuarcitas) y formaciones carbonatadas (calizas y dolomías). En palabras del geólogo Jaime Truyols, en Somiedo tenemos todas las páginas de un libro geológico.

El relieve es especialmente abrupto y montañoso, con laderas muy pendientes e inestables. A esa accidentada orografía hace referencia el nombre del que deriva Somiedo: Sumetum, país de montañas elevadas.

«Sus máximas alturas, que sobrepasan los dos mil metros de altitud, se distribuyen por la cordillera Cantábrica, que desde el límite sur de su territorio forma un eje principal del que parten numerosos cordales decrecientes en su desarrollo hacia la costa. El Cornón, que alcanza los 2.194 metros, y Pena Orniz, los 2.190 m, figuran entre las primeras, mientras que de este a oeste, las sierras de la Serrantina (La Pachagosa, 1.674 m) y de La Cabra (Coriscada, 1.448 m); de El Páramo (El Mocoso, 1.994 m); de La Penalba (1.377 m); de Entrecampos (El Tarambico, 1.918 m) y La Palombera (1.660 m); el cordal de La Mesa (Pena Negra, 1.836 m); y, por último, las sierras de La Verde (1.518 m) y de La Bustariega (Pornacedo, 1.141 m), delimitan los sucesivos valles del Pigüeña, Somiedo, del Lago, Saliencia y de Las Morteras» (Juan Martín Rodríguez).

La cota más baja está en Aguasmestas, con 395 m. Los cauces de los ríos, propios de un relieve fluvial juvenil, tienen fondos muy estrechos y sin apenas depósitos. Por su parte, los valles altos, mucho más amplios, han sido modelados por los glaciares; sus efectos pueden observarse en un conjunto de lagos de circo glaciar, considerado de alto interés hidrogeológico y geomorfológico. En tal sentido, sobresalen los famosos lagos de Saliencia, comunicados entre sí por sumideros: el de La Cueva, que se asienta cerca del collado de la Farrapona, a unos 1.600 m de altitud y ocupa una depresión en parte de origen cárstico, luego ahondada por el hielo y rellena por derrubios morrénicos; el de Calabazosa o Tchanegru (L.lanegru), al sur del anterior y a unos 1.650 m de altitud, enclavado en el extremo sureste de una gran dolina, excavada por disolución en la caliza de montaña y alargada por el hielo glaciar hasta unos 5 km de longitud, y el de Cerveriz, a 1.635 m, de modestas dimensiones y profundidad: 10 hectáreas y 15 metros, respectivamente; además del no menos conocido lago del Valle (l.lagu del Val.le o tchagu del Vatche), o del Ajo como también era llamado antiguamente, fácilmente identificable por tener una pequeña isla en el centro y recrecido para regular su uso en la obtención de energía eléctrica, que tiene un perímetro de 2 km y una profundidad de más de 40 m, es el más extenso de Asturias con 24 ha y se sitúa a 1.570 m de altitud, al pie del magnífico circo glaciar, cabeza de una lengua que llegaba hasta Pola de Somiedo.

A vista de pájaro, el Parque se estructura en cinco valles principales: los de Saliencia, Valle del Lago, Puerto de Somiedo, Perlunes y Pigüeña, que marcan tanto la organización física del territorio como la propia vida social de los habitantes.

Ríos

Somiedo es un caso sin par en el sistema hidrográfico de Asturias, singularizándolo el hecho de que una porción de su término, aunque mínima en superficie por ser únicamente de 9 kilómetros cuadrados, es decir el 3% del territorio, vierta sus aguas al océano Atlántico por medio del arroyo de El Puerto, tributario del Sil, y éste a su vez del río Miño.

Al mar Cantábrico hace su aportación el Pigüeña, la principal corriente fluvial de Somiedo, por donde discurre a lo largo de unos 20 km. Dicho río, que recorre el valle bautizado con su nombre de sur a norte, nace en las Fuentes de la Paredona a 1.670 m de altitud, al pie del puerto de los Cerezales y en los confines somedano-leoneses, recibe aguas del Somiedo —el cual se beneficia de las de los ríos del Valle, de Saliencia y de Las Morteras—, y desemboca en el salmonero Narcea en calidad de principal afluente, de ahí que pertenezca a la asturiana cuenca del Nalón.

Las centrales de La Malva, La Riera y Miranda, esta última instalada en el vecino concejo de Belmonte, aprovechan casi todos los ríos somedanos para producir energía eléctrica.

Clima

Por su situación dentro de la Iberia atlántica y la influencia de su orografía, las características climáticas de Somiedo son las propias de las áreas montañosas de la cordillera Cantábrica en su vertiente norte: veranos frescos, en los que julio y agosto, e incluso septiembre, son los meses más cálidos, mientras que enero y febrero suelen ser los más fríos en el transcurso de unos inviernos relativamente suaves. Las temperaturas medias anuales oscilan entre los 9 ºC de La Riera y los 7,4 º C de El Valle (El Vatche). La temperatura media mínima de enero es de —0,7 ºC en Valle de Lago, en tanto que la media máxima le corresponde a La Riera, con 23 ºC en agosto. «Se produce una disminución de temperatura con la altitud que no se ajusta al gradiente habitual (0,5 ºC por cada cien metros), debido a la existencia de diversos condicionantes (orientación, orografía...)» (J. Martín Rguez.).

La humedad ambiental es muy alta y la nubosidad abundante, por lo que suele llover en todas las estaciones, sobre todo en invierno; enero acostumbra a ser el mes con mayor frecuencia de lluvias, con un máximo de 17 días, siendo julio el que acusa una menor asiduidad, con un mínimo de cinco días. La precipitación media anual dentro del concejo oscila entre los 1.087 y los 1.619 litros por metro cuadrado de La Riera y de Valle de Lago respectivamente (J. Martín Rguez.). También en la estación invernal se producen fuertes nevadas, que por encima de los 1.200 m pueden aparecer incluso en los meses de mayo y junio. La media anual de días con precipitaciones en forma de nieve es de cuatro días para La Riera y de 23 para Valle de Lago. Las heladas suelen presentarse entre noviembre y mayo, siendo muy frecuentes en altitudes superiores a los 1.500 m.

El paisaje vegetal

Al margen de algunas curiosidades botánicas que se dan sólo en esta zona de la cordillera Cantábrica (especies endémicas), como la centaura de Somiedo, y de algunas asociaciones florísticas propias de este territorio, uno de los aspectos que más llaman la atención al observar el paisaje somedano es la diversidad de su cubierta vegetal y, sobre todo, el dominio del bosque atlántico, el bosque caducifolio.

Las características del clima y del suelo permiten la existencia en Somiedo de los dos tipos de bosque más representativos de la montaña cantábrica, ambos de hoja caduca: el hayedo y el robledal. Los bosques de hayas son los que mayor superficie ocupan en el Parque, extendiéndose por las laderas más umbrías, en tanto que los robledales ocupan preferentemente las laderas soleadas. A mayor altitud, las condiciones adversas del clima y del suelo impiden el asentamiento de este tipo de bosques, predominando entonces el bosque de abedules, menos denso que los hayedos o los robledales y acompañado siempre de abundante matorral.

Las formaciones herbáceas también alcanzan considerables extensiones, evidenciando claramente la actividad ganadera de la zona. En los fondos de los valles, donde la población es permanente, predominan los llamados prados de siega: prados —protegidos por cercas y setos— destinados a la producción de hierba seca; este tipo de aprovechamiento ha relegado a las formaciones boscosas a pequeñas superficies de alisos y fresnos en las riberas de los ríos, o a reductos de robles y encinares en laderas pedregosas y soleadas. A medida que se incrementa la altitud, la población humana deja de ser permanente, y sólo las brañas y prados destinados al pastoreo estival, denominados prados de diente, denotan la influencia del hombre en estas zonas más boscosas.

Los matorrales, asimismo, desempeñan en Somiedo un papel importante, ya que además de ocupar áreas en las que no ha prosperado el bosque, algunos —como el piorno— son aprovechados como material básico en la construcción de las techumbres de las populares cabanas de las brañas somedanas. Por encima del bosque de abedules, a partir de los 1.600 o 1.700 m, la vegetación dominante está integrada por matorrales y pequeñas plantas herbáceas adaptadas al rigor del clima.

La fauna

La diversidad paisajística y vegetal, y su accidentada orografía, han hecho de Somiedo un lugar de refugio para varias especies de animales que en otros tiempos vivían en zonas más amplias de Asturias y de la Península Ibérica. El Parque Natural ha conservado hasta nuestros días una de las más completas y equilibradas representaciones de la comunidad faunística de la Iberia atlántica. Diez especies de anfibios, igual número de reptiles, un centenar de aves y unos cuarenta mamíferos, así como al menos cuatro especies de peces, constituyen la fauna vertebrada somedana.

Muchas de ellas tienen en la cordillera Cantábrica sus límites de distribución europea más meridionales; es el caso del rebeco y el lirón gris. Algunas han quedado aisladas de sus poblaciones norteñas, bien debido a la acción de procesos naturales, como la lagartija de turbera, bien por la secular persecución a que se han visto sometidas, como sucede con el oso pardo. Otras, como la salamandra rabilarga, el lagarto verdinegro y el desmán o topo de río, son endémicas, es decir exclusivas, del norte peninsular.

La mayoría de los visitantes no logrará ver ninguna de las especies de grandes vertebrados no cinegéticas. Ciertamente, nutrias, águilas reales, urogallos, osos... habitan en Somiedo, pero no hay que olvidar que se trata de animales cuya supervivencia depende en buena medida de su habilidad para evitar la presencia de personas y ocultarse a su vista. Esto no significa que para observarlos sea necesario adentrarse en los más recónditos lugares ni acercarse a las zonas de uso restringido especial. Por el contrario, al amanecer y al atardecer se pueden avistar desde las carreteras y alrededores de los pueblos las especies más huidizas, utilizando prismáticos o telescopios, y tras examinar minuciosamente las cumbres y laderas de los montes.

Un menor esfuerzo requiere la observación de otras especies no menos destacadas por su interés científico, pero mucho más fáciles de localizar, como son algunos reptiles y anfibios endémicos o presentes en España sólo en el norte, como la víbora de Seoane y la rana bermeja, entre otros. Igualmente, se pueden encontrar con relativa facilidad especies de caza mayor, como el corzo, el venado o el jabalí, además del rebeco, y un amplio número de aves, tales como el ratonero común, la chova piquigualda y los pájaros forestales: herrerillos, carboneros, reyezuelos, por citar sólo algunos de ellos, o los propios de la alta montaña, representados por treparriscos, acentores y gorriones alpinos, etc.

Población y poblamiento

El padrón municipal, en su revisión de enero de 1998, asignaba a Somiedo la cifra de 1.625 habitantes, 39 menos de los registrados en el de mayo de 1996 (1.664 hab.). A lo largo del siglo XX, la evolución de la población de este concejo, mediatizado por sus singulares características ecológicas, con clima riguroso y exiguo terreno para el cultivo, comparte pautas con el resto de los concejos asturianos de montaña, advirtiéndose dos periodos bien distintos. En un primer momento, que engloba las tres primeras décadas de la centuria, el balance es positivo, pasando de los 5.720 habitantes de 1900 a los 6.749 hab. correspondientes al año 1930, y ello pese a la fuerte emigración a América. Tras la guerra civil española, entra en un imparable periodo de sangría, achacable a la irresistible atracción ejercida por las zonas industrializadas. Si ya la pérdidas eran importantes entre 1940 (5.991 hab) y 1960 (4.056 hab), en las décadas siguientes se tornan espectaculares: entre los años 1970 (3.048 hab.) y 1991 (1.793) se produce una pérdida de 1.255 efectivos. El resultado es altamente preocupante: Somiedo está en posesión de la segunda densidad más baja de Asturias con unos 5,5 habitantes por kilómetro cuadrado y de uno de los índices de envejecimiento más elevados del Principado. A sus pobladores hay que sumar alrededor de medio centenar de familias que aún hoy, desde los concejos de Salas y Belmonte de Miranda, se desplazan con sus ganado entre mayo y octubre a los pueblos de verano del concejo: El Puerto, La Peral, La Falguera y Llamardal. Son los vaqueiros de alzada, grupo social que basa su forma de vida, que poco a poco se va debilitando, en la ganadería de montaña y que ha desarrollado una cultura y un folclore muy personales. También los pastores de ovejas merinas procedentes de Extremadura aprovechan los pastos altos del concejo durante el verano.

El concejo somedano, que en el ámbito administrativo pertenece judicialmente a Grado, se divide en 15 parroquias o demarcaciones territoriales locales: Aguino (Aguinu), Clavillas (Clavil.las o Clavitchas), Corés, El Coto (El Coutu), Endriga, Gúa, Las Morteras, Pigüeces, Pigüeña, Pola de Somiedo (La Pola), El Puerto (El Puertu), La Riera, Valle de Lago (El Val.le o El Vatche), Veigas y Villar de Vildas (Vitchar o Vil.lar de Vildas), que se reparten un total de 39 entidades de población de diferentes categorías (villa, lugar y aldea). La capital municipal, Pola de Somiedo, es el núcleo más poblado, con 145 habitantes aproximadamente; le siguen los lugares de Villar de Vildas y Valle de Lago.

Economía

El sector agropecuario, capital en la economía de Somiedo, genera el 80% de los empleos y el 40% del Producto Interior Bruto (PIB) municipal. Antiguamente la actividad agrícola tuvo cierta importancia, pero hoy existe una dependencia de la población de la ganadería de carne de calidad. El concejo es una de las reservas más destacadas de una particular raza de vacuno, perfectamente adaptada a la dureza climática y de importancia decisiva en la gastronomía local: la Asturiana de los Valles, llamada por los lugareños vaca roxa.

La actividad ganadera ha organizado el trabajo y la vida de los habitantes de Somiedo en torno a dos ciclos ecológicos y espaciales distintos: el invierno-verano y las zonas altas-bajas. Durante la estación estival el ganado utiliza los pastos altos, y, mientras, se siegan y almacenan los pastos bajos de los alrededores de los pueblos, y asimismo de las brañas, para alimentar el ganado en el invierno.

Los fondos de los valles han sido los lugares preferidos para los asentamientos humanos. Estas zonas más llanas y más fértiles permiten la creación de pequeñas parcelas para cultivos de autoconsumo, entre los que destaca, por su originalidad, el de la escanda, un cereal propio de zonas de montaña, muy utilizado para la elaboración de productos de panadería, que es menos exigente en clima y en profundidad de suelo que el trigo.

En la década de los noventa la apicultura ha experimentado un relativo auge.

El sector secundario, pese al recorte de empleos en las eléctricas, a la extinción de las actividades extractivas, que en 1978 daban ocupación a 61 personas, y a emplear sólo al 5% de la población, produce el 30% del PIB del concejo.

En 1978, el sector servicios en Somiedo, antes de su declaración como Parque Natural, sólo representaba el 8% de su actividad económica mientras que actualmente se sitúa en torno al 40%. Al despegue turístico de los últimos años contribuyeron decisivamente la mejora de las comunicaciones, el aumento de la oferta hotelera y la comercialización de los productos agropecuarios del concejo, cuya renta ha logrado ascender en la lista regional 12 puestos desde 1988 a 1996. Somiedo ha utilizado su protección como mecanismo para la reactivación económica de la zona y de sus habitantes.

BIBLIOGRAFIA

ARCE, LUIS MARIO: Guía de los espacios naturales de Asturias, Ediciones Trea, S. L., Gijón, 1997.

CONSEJERIA DE MEDIO AMBIENTE: Somiedo. Parque Natural.

FEITO ALVAREZ, JOSE MANUEL: «Somiedo», en Gran Enciclopedia Asturiana, tomo 13, pp. 185-194, edit. Silverio Cañada, Gijón.

FERNANDEZ GARCIA, FELIPE: «El Valle del Pigüeña-Somiedo: Concejos de Somiedo y Miranda», en Geografía de Asturias, pp. 109-128, Editorial Prensa Asturiana, S.A., Oviedo, 1992.

MARTIN, JUAN: Somiedo, colección «El Viajero Independiente», ed. Júcar, Gijón, 1998.

——: «Somiedo», en Asturias a través de sus concejos, 1 tomo, pp. 413-421, edit. Prensa Asturiana S.A., Oviedo, 1997.

MENENDEZ ZAPATA, JOSE; GARCIA MARTINEZ, ADOLFO y otros: Somiedo, Parque Natural, 2 volúmenes, Senda Editorial, S.A., Madrid, 1994.

PEREZ SUAREZ, ROSALIA y M. LL. M.: «Somiedo», en Gran Enciclopedia Asturiana, tomo 20, pp. 337-339, edit. Gran Enciclopedia Asturiana S.A., Gijón, 1996.

VAZQUEZ, VICTOR M.: Somiedo, energía y vida. Ed. Hidroeléctrica del Cantábrico, S.A., Oviedo, 1994.

 

Mapa de situación del municipio de Somiedo


 

Somiedo

Concejos limítrofes:

  • Belmonte de Miranda
  • Cangas del Narcea
  • Teverga
  • Tineo

Comarca del Camín Real de la Mesa


 

Fueron los romanos quienes, sobre una antigua senda, trazaron la calzada que, partiendo de Astorga, se adentraba en el corazón de Asturias. En la Edad Media fue la principal vía de comunicación con la Meseta. Bordeando altas montañas, discurre a través de valles oseros, bosques frondosos y espacios naturales protegidos. Entre las cuencas del Trubia y el Pigüeña, el Camino Real enlaza diez concejos asturianos.

El amplio territorio que abarca esta comarca de la zona central es la suma de diez concejos, entre los cuales se encuentran algunos de los de menor extensión de toda Asturias: Belmonte de Miranda, Candamo, Grado, Las Regueras, Proaza, Quirós, Santo Adriano, Somiedo, Teverga, y Yernes y Tameza.

El área denominada Camín Real de la Mesa ocupa el territorio comprendido entre las cuencas de los ríos Pigüeña y Trubia. El Camín Real de la Mesa fue el principal eje de comunicación con la meseta en la Edad Media y esto ha marcado la identidad de sus pueblos, sus paisajes, su cultura, sus costumbres y tradiciones. En esta zona encontramos el refugio del Oso Pardo asturiano, el Parque Natural de Somiedo y los Paisajes Protegidos de la Sierra del Aramo y de Peña Ubiña, que constituye, tras los Picos de Europa, el principal sistema montañoso de la Cordillera Cantábrica. Con una gran tradición de mercados medievales, es tierra de amplios bosques y riqueza de minerales.

Qué ver

  • Fragua romana El Machuco, Aula del Oro y Braña de Cuevas en Belmonte de Miranda.
  • Cueva de la Peña en Candamo, Villa de Grado y mercado dominical.
  • San Pedro de Nora en Las Regueras.
  • Bandujo, Senda del Oso, Santo Adriano de Tuñón.
  • La colegiata de San Martín de Teverga y el Parque de la Prehistoria.
  • Pedroveya, Tejo de Bermiego, Llanuces, Escuela de Escalada de El Llano.
  • Valle de Lago, Villar de Vildas, la Pornacal, La Peral y la Farrapona.

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